Thomas Piketty
es el autor del libro El capital en el siglo XXI cuya versión en español fue presentada recientemente
por él mismo en Madrid. La periodista de El País, Alicia González, le dedicó un
artículo el 11 de enero
titulado ‘Piketty: “La mayor desigualdad la provoca el desempleo”. Antes ya ha habido otro artículo sobre el mismo libro
en el mismo periódico, el 27 de noviembre de 2014, por el periodista Jesús Mota,
bajo el título “Cuando
el pasado devora el porvenir”, en el que dice que es un libro construido
para suscitar debate, y en el que el autor usa los números para exponer su
tesis sobre la desigualdad (de la distribución de la riqueza), y que “es algo más
que un estudio económico-histórico sobre la desigualdad en el capitalismo
realmente existente, por contraposición al capitalismo de laboratorio que se
estudia en los asépticos textos de sus apologetas menos dotados. Pero aunque
sólo fuera eso, es decir, un análisis de una de las semillas de la desigualdad
económica, la aportación de Thomas Piketty ya sería notable. Porque quien esté
preocupado por el pensamiento económico percibe que los economistas se ocupan
mucho de las supuestas recetas para curar disfunciones sistémicas (paro,
inflación, deflación, estancamiento, recesiones), pero se aproximan con más
renuencia al problema crucial de la desigualdad.”
El libro está teniendo
un gran éxito en el mundo. “En realidad,
el éxito del libro revela la necesidad de una mayor democratización del debate
económico, de permitir que la gente se forme su opinión y de incorporar a ese
debate los problemas que realmente importan a la gente”, apuntaba Thomas
Piketty en la presentación de su libro en Madrid, según cuenta Alicia González en su artículo. Y según la periodista, “la gran aportación de Piketty a la historia económica es el exhaustivo
trabajo llevado a cabo para recabar los datos sobre los que basa sus tesis. El
economista francés ha utilizado la información tributaria facilitada por los
propios individuos y no las encuestas sobre los ingresos de los hogares, uno de
los métodos más utilizados para analizar la desigualdad. Ese sesgo, que no es
nuevo, sí resulta especialmente útil para analizar la distribución entre las
rentas más altas y permite al público en general comparar la evolución de sus
ingresos con los de los más ricos.”
Una librería online da la siguiente introducción
al libro de Thomas Piketty:
Para Thomas Piketty, los debates sobre la distribución de la riqueza se
han alimentado sobre todo de grandes prejuicios y de muy pocos datos. El lector
encontrará en estas páginas un muy detallado análisis de cómo se han
distribuido el ingreso y la riqueza en el mundo, desde el siglo xviii y hasta
nuestros días. A partir de una rica base de datos económicos de una veintena de
países y con certeras pinceladas literarias, Piketty hace un minucioso
recorrido histórico y estadístico para identificar ciertos patrones en el
proceso de acumulación del patrimonio en las principales economías. Para el
investigador de la École d’Économie de Paris, cada nación ha respondido de
manera diferente a una ley básica del capitalismo, según la cual el rendimiento
del capital suele ser superior a la tasa de crecimiento de la economía, lo que
puede estimular la concentración de la riqueza y agravar la inequidad; queda a
los Estados decidir cómo influir en esa fuerza polarizante. “El nuevo libro del
economista francés Thomas Piketty […] es un prodigio de honestidad. Otros
libros de economía han sido éxitos de ventas, pero, a diferencia de la mayoría
de ellos, la contribución de Piketty contiene una erudición auténtica. Y los
conservadores están aterrorizados”. Paul Krugman (El País) “El argumento final
de Piketty no es moral ni económico, sino político: concentraciones extremas de
la riqueza como la que se dan en nuestras sociedades amenazan los valores de la
meritocracia (es decir, de la economía de mercado) y de la justicia, y la
cohesión social sobre la que se asientan las democracias. Lo que está en
peligro es la democracia. […] Lo que sí es cierto es que las tesis de un
científico social francés no habían influido tanto en el mundo anglosajón desde
Alexis de Tocqueville”. Joaquín Estefanía (El País).
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