Diré yo a
Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en
quien confiaré. (Salmo 91.2)
Las
presentaciones de los "Compromisos cristianos ante las crisis" están
siendo una gloria. Desde la primera vez, ante la Mesa de Comunidades (el 01 de
octubre de 2012), las medidas que proponemos son acogidas con atención,
sensibilidad y receptividad, no exenta de los comentarios y, en su caso,
críticas que en cada sesión se estiman adecuadas. En la diversidad de
modalidades de exposición que hemos seguido, con más o menos tiempo, mediante
soporte informático o de viva voz, más o menos participativas, a un público de
diferencias cualitativas y cuantitativas, en las dieciocho sesiones efectuadas
hasta la fecha, en todos esos momentos hemos percibido una buena acogida y la
intención de persistir en las propuestas.
Esas
mismas presentaciones conforman un enriquecimiento mutuo, entre quienes las
reciben (según sus comentarios) y quienes las ofrecemos (porque así lo
confirmamos). Las aportaciones desde el grupo de Pastoral Obrera, para que
mantuviéramos presente la dimensión estructural de la (in)justicia social; las
posibilidades de implicación de los centros docentes cristianos desde la Mesa
de Religiosos y Religiosas; o la perspectiva de la juventud, en el grupo de
"discernimiento" de Ítaca. Todas ellas, junto a la percepción
parroquial, como en las sesiones realizadas en Cruces o en El Carmen, fueron
moldeando nuestra propia manera de dar a conocer el contenido del trabajo,
haciendo más énfasis en la practicidad del mismo y en el carácter
complementario a tantos otros esfuerzos que se vienen realizando en nuestra
Diócesis. Porque este conocimiento de las obras de tantos grupos católicos
vizcaínos esta siendo una auténtica lección de cristianismo comprometido, en
gran medida desapercibido para la comunidad eclesial, en general, y para la
sociedad.
Tenemos
muy presente en nuestra labor de implantación de los "compromisos
cristianos ante las crisis" aquellas palabras del pensador católico Julián
Marías: "La más atroz injusticia que
se puede cometer con un hombre es despojarlo de esperanza". Y en las
exposiciones que venimos realizando encontramos grandes dosis de esperanza,
como en la sesión realizada con los hermanos franciscanos. Ya maduros, algunos
ancianos, continúan en su compromiso cristiano, sonando al lado de la sala
donde hablábamos las cazuelas del comedor social de Irala. Es también una
emoción interior que nos conmueve, así sucedió en la presentación en la
asamblea de Acción Católica, en su celebración en Deusto, con familias, junto a
las niñas y niños, bebés en sus cochecitos, vivencia para redoblar esfuerzos
pensando en su porvenir.
Futuro
de las presentaciones que siguen, con previsiones ante el Foro de Curas de
Bizkaia, en los movimientos juveniles diocesanos, en parroquias y Unidades
Pastorales, etc., continuando ("la
vida es gerundio" decía J. Marías) nuestra labor, abiertos a quienes
nos inviten "a su casa". Caminamos, como decía "recién"
nuestro Papa Francisco: "Caminar. «Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del
Señor» (Is 2, 5). Eso es lo primero que Dios dijo a Abrahán: «Camina en mi
presencia y sé irreprochable». Caminar: nuestra vida es un camino, y cuando nos
paramos, la cosa no funciona. Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz
del Señor, intentando vivir con la integridad que Dios pedía a Abrahán, en su
promesa". Ahora contamos,
además, con los materiales del "Ver, Juzgar y Actuar" elaborados
específicamente para la aportación que presentamos, una reflexión clara para el
compromiso cristiano frente a las crisis que nos azotan en la actualidad, pero
que nos interpela más allá de las angustias y zozobras inmediatas.
Tenemos
muy presentes en los "Compromisos cristianos ante las crisis" el
final del Salmo 19: "14. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación
de mi corazón delante de ti, / Oh Jehová, roca mía, y redentor mío"; al menos esa es nuestra intención, desde la
humildad de las aportaciones que exponemos.
(Remitido por Teo Santos, Balmaseda, a 18 de marzo de 2013)