(Un artículo de Juan
Manuel Sinde, miembro de Arizmendiarrietaren Lagunak Elkartea, publicado en DEIA,
el 9 de noviembre de 2014)
En 1844 coinciden en
Inglaterra hechos relevantes representativos de los tres sistemas económicos
que iban a dominar el mundo económico en los siguientes años. Con la
perspectiva del tiempo se pueden hacer algunas consideraciones, necesariamente
esquemáticas, sobre la evolución de cada uno de ellos. Los eventos reseñables
fueron los siguientes:
1.-Se aprobaron en el
Parlamento inglés la ley que regulaba el funcionamiento de las sociedades por
acciones y la ley constituyente del Banco de Inglaterra, que fijaba el papel
del Banco central en la economía y completaba las bases del sistema bancario y
monetario.
Se establecen, de
esta manera, tanto a nivel microeconómico como macroeconómico la estructura del
llamado sistema capitalista ó de libre mercado.
2.-Ese mismo año Marx
y Engels publican sendos libros, describiendo las pésimas condiciones de la
clase trabajadora británica y desarrollando los fundamentos filosóficos del
posterior Manifiesto Comunista, editado 4 años más tarde.
(Marx y Engels - Foto: Berlin.de / Tobias Kneschke)
3.-Después de
numerosos intentos fallidos anteriores, 28 trabajadores (27 hombres y 1 mujer)
fundan en Rochdale, localidad cercana a Manchester, la primera cooperativa que
va sobrevivir, representando simbólicamente el nacimiento del cooperativismo
moderno.
Mucho se ha escrito
desde entonces sobre las desigualdades e injusticias creadas por el sistema
capitalista, como luego describiremos sucintamente. En cualquier caso, la
implantación de dicho sistema coincide con el período en que una buena parte de
la humanidad ha incrementado espectacularmente su renta y mejorado sus
condiciones de vida. Según las estimaciones de Angus Madison, en su libro "La economía de Occidente y del resto
del mundo en el último milenio" la renta media de los países del
Occidente de Europa se dobló desde el año 1.000 al 1.800 pero luego se ha
multiplicado por 20 en los dos siglos posteriores.
Las sucesivas crisis
del sistema, al que Marx predijo su muerte como consecuencia de sus
contradicciones internas, se han ido resolviendo con sucesivas reformas, en
parte motivadas por la acción reivindicativa de las clases trabajadores, tanto
a nivel de empresa como mediante la acción política, modificando leyes injustas
que daban privilegios inadmisibles a grupos económicos minoritarios que les aseguraban
pingues beneficios a expensas de altos precios a pagar por la ciudadanía en
productos de consumo básicos.
El sufragio
universal, sustituyendo al derecho de voto exclusivo de los poseedores de
tierras (y que hacía, por ejemplo, que sólo tuvieran derecho a voto un 2% de la
población), es apoyado por los grupos más preclaros de las clases dirigentes y
abre la puerta a reformas sociales y económicas que, 100 años más tarde,
culminan en la denominada " economía social de mercado", que poco
tiene que ver con las dramáticas condiciones en que vivían las clases
trabajadoras al comienzo de la revolución industrial.
El extraordinario
incremento de la renta en los años en que el sistema capitalista ha estado en
vigor es consecuencia, por otra parte, de la eficacia en la aplicación de los
descubrimientos científicos y técnicos, con el consiguiente aumento de la
productividad y de la creación de riqueza.
Sin embargo, en los
primeros años de este sistema, el egoísmo desenfrenado de los propietarios de
los nuevos medios de producción hizo pensar a Marx que la dramática situación
de los trabajadores nunca se podría corregir dentro del sistema, dominado por
unos pocos, y que sólo una fórmula revolucionaria podría modificarla.
Ciertamente, el
descontento social tenía razones sobradas: niños de 8 y 9 años trabajando 12
horas diarias en las industrias textiles (¡hasta el año 1833 no se aprueba la
ley prohibiendo el empleo de niños menores de 9 años!), jornadas laborales
generalizadas de 15 horas diarias para los jóvenes y de 12 a 15 horas paras las
mujeres (hasta el año 1847 no se limita la jornada diaria a 10 horas).
Se daba, por otra
parte, una alta mortalidad infantil debido a la falta de nutrición y de condiciones
higiénicas adecuadas: en 1839 la mitad de los funerales en Londres fueron de
niños menores de 10 años y la emigración suponía una de las pocas salidas
individuales a aquella situación, lo que generó la marcha a USA de 11 millones
de personas en los últimos 20 años del siglo XIX.
Sin embargo, la
aplicación de las propuestas de Marx condujo a una situación económicamente
ineficaz y que produjo la muerte de millones de personas en la URSS, bien por
errores económicos, bien por razones políticas. La búsqueda del bien común
sustituyendo la propiedad privada de los medios de producción (y con ella
cualquier iniciativa privada) por la propiedad estatal de los mismos; la
sustitución del mercado por la planificación centralizada y de la democracia
política por la dictadura de un partido único "bienintencionado"
devino en un sistema cuyo fracaso se visibilizó con la caída del Muro de
Berlín.
La superioridad
práctica de la llamada “economía de mercado” (a pesar de sus nuevas crisis)
quedaba, así, incuestionable, lo que hace que cualquier otra alternativa se
reduzca a países como Corea del Norte con regímenes ineficientes... y
despiadados.
¿Y cuál ha sido la
aportación del cooperativismo en este tiempo? La respuesta a esta pregunta
merece unos comentarios adicionales que son objeto de otro artículo en el que
describimos las indudables aportaciones-pero también los límites-de este
movimiento empresarial que ha cuajado con singular importancia en nuestro País.