El 28 de octubre, el Papa Francisco pronunció
un discurso
en el Aula Vieja del Sínodo a los participantes del Encuentro Mundial de
Movimientos Populares, que tuvo lugar en el Vaticano del 27 al 29 de octubre,
entre ellos campesinos, cartoneros, agricultores, mujeres indígenas.
Dijo, entre otras cosas:
“Solidaridad es una palabra que no cae bien
siempre, yo diría que algunas veces la hemos transformado en una mala palabra,
no se puede decir; pero es una palabra mucho más que algunos actos de
generosidad esporádicos. Es pensar y actuar en términos de comunidad, de
prioridad de vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de
algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la
desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la
negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores
efectos del Imperio del dinero: los desplazamientos forzados, las emigraciones
dolorosas, la trata de personas, la droga, la guerra, la violencia y todas esas
realidades que muchos de ustedes sufren y que todos estamos llamados a
transformar. La solidaridad, entendida, en su sentido más hondo, es un modo de
hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares.”
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