(Un artículo de Juan
Manuel Sinde, miembro de Arizmendiarrietaren
Lagunak Elkartea, publicado en DEIA
el sábado, 4 de Octubre de 2014)
Existen en la
actualidad unas 1800 universidades en el mundo que se proclaman católicas. De
ellas, unas 800 ofrecen algún tipo de formación para los futuros profesionales
de la empresa.
Dos profesores de dos
de dichas Universidades (St.Thomas, en USA, y Santo Tomás, en Roma), han
coordinado un trabajo titulado "La vocación del líder empresarial",
en el que han participado personas de distintos Centros universitarios en
colaboración con el Pontificio Consejo de Justicia y Paz, que pretende ser una
guía para la formación de profesores y para la enseñanza en escuelas
empresariales y universidades católicas.
El trabajo comienza
identificando algunos obstáculos que dificultan a los líderes empresariales
servir al bien común: la corrupción, la tendencia a la codicia, la ausencia de
un estado de derecho en muchos países,...Con carácter general propugna un
"liderazgo de servicio" armonizando las demandas del mundo económico
y los principios ético-sociales cristianos.
Cuatro son los
factores que destaca como de especial influencia en las empresas modernas:
a) la globalización,
que ha producido eficiencias y oportunidades extraordinarias, pero que también
acarrea desigualdades y dificultades de control de la actividad económica,
sobre todo en el ámbito financiero
b) Las
telecomunicaciones, que han permitido nuevos productos y reducción de costos
para responder a las necesidades de personas y empresas, pero también un exceso
de información, que puede generar confusión.
c) La financiarización
de la economía, que ha separado la actividad financiera de la economía
productiva y ha acentuado la tendencia a la especulación y a los beneficios a
corto plazo.
d) Los grandes
cambios culturales, que han reforzado el individualismo, las preocupaciones
sobre los derechos y no sobre los deberes... y que han llevado a un mayor
volumen de bienes privados pero también a serias carencias de bienes comunes.
Indica que es
frecuente, en este contexto, que mientras los líderes empresariales se
concentran en maximizar la riqueza a crear, los trabajadores desarrollen
actitudes reivindicativas y los consumidores exijan satisfacciones inmediatas
al menor precio posible, entrando, en ocasiones, en comportamientos que pueden
ser contradictorios y negativos para todos.
Ante esta situación
recuerda que las decisiones empresariales deben estar basadas en los siguientes
principios: el respeto a la dignidad de todas las personas, el servicio al bien
común y la visión de la empresa como una comunidad de personas.
En la práctica,
sugiere que el líder empresarial debe estar centrado en a) producir bienes y
servicios que satisfagan las necesidades genuinas de las personas, b) asumir la
responsabilidad por los costes sociales y medioambientales de la producción, c)
organizar el trabajo de modo eficiente pero también de forma que permita el
desarrollo de los trabajadores, d)utilizar los recursos con inteligencia, para
producir riqueza de forma sostenible y e) distribuirla con justicia, buscando
un salario justo para los trabajadores, precios justos para los clientes,
impuestos justos para la comunidad y beneficios justos para los accionistas.
Una aplicación a
nuestro caso
Un grupo de
profesionales creyentes ha reflexionado sobre posibles actuaciones y políticas
empresariales en las que se pudieran concretar esas orientaciones, habiendo
llegado a unas conclusiones, según las cuales un liderazgo empresarial
cristiano:
a) Se
preocupará de la sostenibilidad del proyecto empresarial, procurando que una
proporción mayoritaria de los beneficios anuales se destine a Fondos Propios.
b) Respetará rigurosamente
la legislación laboral de los países en los que desarrolle su actividad.
c) Desarrollará una política
de transparencia informativa poniendo a disposición de los trabajadores de
forma regular información sobre las variables y políticas más importantes de la
empresa, a un nivel similar a la establecida como obligatoria para las empresas
que cotizan en Bolsa y adecuado a la
dimensión de cada empresa.
c) Implantará sistemas de
gestión participativos, realizando consultas a los trabajadores sobre las
decisiones más relevantes, llegando a incorporar a representantes de los mismos
en los máximos órganos de decisión ó control.
d) Vigilará la satisfacción y necesidades de los recursos más críticos para la marcha
empresarial: las personas que en ella trabajan, desarrollando planes de formación sistemáticos, con objetivos de
dedicación no inferior a 20-40h anuales por trabajador e incluyendo en los
mismos tanto formación técnica como formación que permita a sus representantes
interpretar y valorar la información empresarial que se les facilite.
g) Impulsará políticas retributivas que,
salvando la necesaria fidelización de los trabajadores más cualificados, no
generen una gran desigualdad entre las personas empleadas.
h) Implementará sistemas de
participación de los trabajadores en los resultados de la empresa, abriendo la
posibilidad, incluso, de que puedan acceder a participar en la propiedad de la
misma.
i) Cumplirá honestamente con
sus obligaciones fiscales sin triquiñuelas legales.
j) Respetará rigurosamente
la legislación medio-ambiental.
k) Tendrá en cuenta los
problemas de la comunidad en la que se asienta, dedicando un mínimo de un 1% de
los beneficios a actividades de Responsabilidad Social coherentes con los
mismos
Comportamientos todos
ellos que quizás puedan ser considerados utópicos pero que en buena parte ya
están siendo puestos en práctica por los dirigentes empresariales con mayor
visión a largo plazo.
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