(Evangelio de hoy, domingo
4 de agosto, Lucas 12, 13-21)
En aquel tiempo
dijo uno del público a Jesús: Maestro, dile a mi hermano que reparta
conmigo la herencia.
Él le contestó: Hombre,
¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?
Y dijo a la gente: Mirad:
guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no
depende de sus bienes.
Y les propuso esta
parábola:
Un hombre rico tuvo
una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo dónde
almacenar la cosecha. Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los
graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el
resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mi mismo: Hombre, tienes bienes
acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida". Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a
exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?"
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
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